Nazaré, ese pequeño pero legendario pueblo costero de Portugal, ha sido durante años un destino imprescindible para quienes aman el mar, el surf y los paisajes dramáticos. Sin embargo, cuando se planifica un viaje a esta joya del Atlántico, surge una pregunta fundamental: ¿es necesario alquilar un coche para disfrutar plenamente de Nazaré?
En este artículo quiero compartir contigo mi experiencia personal conduciendo por Nazaré a principios de diciembre, cuando el viento sopla con más fuerza, las olas alcanzan su punto máximo y las multitudes veraniegas desaparecen. Spoiler: tener coche marcó la diferencia, y a continuación te explico por qué.
Llegar a Nazaré en diciembre: primeras impresiones
Llegué a Portugal por el aeropuerto de Lisboa, como la mayoría de los viajeros que planean visitar Nazaré. El aeropuerto Humberto Delgado está bien conectado con múltiples ciudades europeas, y, gracias a la variedad de vuelos disponibles, resulta una opción conveniente incluso en temporada baja como diciembre. Desde allí, existen varias maneras de llegar a Nazaré: transporte público con combinaciones de tren y autobús, servicios de traslado privado o la opción más flexible —alquilar un coche.
Como mi intención era no solo explorar Nazaré sino también recorrer otros puntos de interés de la región Centro de Portugal, decidí alquilar un vehículo directamente en el aeropuerto. El proceso fue rápido y sencillo, y en pocos minutos ya estaba en camino con el coche listo para la aventura.
El trayecto desde Lisboa hasta Nazaré dura aproximadamente una hora y media si se toma la autopista A8, una vía moderna y en excelentes condiciones. A pesar de las lluvias intermitentes, típicas del mes de diciembre, el viaje fue cómodo, seguro y perfectamente señalizado. La carretera atraviesa colinas suaves y paisajes rurales que, a pesar del clima invernal, conservan un encanto melancólico muy característico del interior portugués.
Una de las grandes ventajas de conducir en Portugal en esta época del año es la poca densidad de tráfico. A diferencia de los meses de verano, cuando las carreteras se llenan de turistas, en diciembre el ambiente es tranquilo y relajado, lo que permite disfrutar aún más del trayecto. Incluso en las rutas secundarias, los caminos estaban despejados, lo que me permitió detenerme en algunos miradores o zonas rurales sin prisas, disfrutando del silencio, del olor a tierra mojada y del placer de viajar sin agobios.

Libertad total para explorar sin horarios
Una de las grandes ventajas de viajar en coche por Nazaré es la flexibilidad absoluta que brinda. Nazaré en sí no es muy grande, pero está formada por varias zonas diferenciadas: la parte baja (Praia da Nazaré), donde se encuentra la playa principal y la mayoría de los hoteles y restaurantes, y la parte alta (Sítio), ubicada en lo alto del acantilado, donde se encuentra el famoso Forte de São Miguel Arcanjo y los miradores hacia las olas gigantes.
En transporte público puedes moverte entre estos puntos, pero dependes de horarios, funiculares y taxis. Con coche, en cambio, puedes improvisar, subir a Sítio al amanecer para ver el sol reflejarse sobre el Atlántico o bajar a Praia da Nazaré por la noche para una cena junto al mar sin preocuparte por el último autobús.
Las olas gigantes de Nazaré: acceso cómodo y seguro
Uno de los principales motivos para visitar Nazaré en diciembre es presenciar el espectáculo natural de las olas gigantes que han hecho famoso al lugar en todo el mundo. Durante esta época del año, es habitual ver olas de más de 20 metros que rompen frente al Faro de Nazaré.
Con un coche, fue muy sencillo subir hasta el fuerte por la mañana, cuando el cielo estaba despejado y la visibilidad era perfecta. El aparcamiento cerca del faro no es demasiado amplio, pero en diciembre, al no haber tanto turismo como en verano, conseguí estacionar sin problemas. Desde allí pude disfrutar de unas vistas impactantes, y si hubiera dependido de transporte público, habría perdido momentos mágicos.
Rutas cercanas: Alcobaça, Batalha, Óbidos…
Lo que hizo aún más especial el viaje fue poder realizar excursiones de un día desde Nazaré hacia otros pueblos históricos que no están tan bien conectados en transporte público.
- Alcobaça (20 min): Famosa por su monasterio gótico, fue una parada inolvidable. Llegar en coche me permitió visitar con calma y sin prisas.
- Batalha (40 min): Otro pueblo con un patrimonio impresionante. El Monasterio de Santa Maria da Vitória es una joya del gótico tardío.
- Óbidos (50 min): Una villa medieval amurallada que parece sacada de un cuento. Pasear por sus calles adoquinadas y regresar a Nazaré al atardecer fue un verdadero lujo.
Tener coche me permitió trazar mi propia ruta, detenerme a fotografiar paisajes, entrar en pequeñas aldeas y descubrir restaurantes locales auténticos.
Conducción en Nazaré: ¿difícil o accesible?
Muchos viajeros se preguntan si conducir por Nazaré es complicado. En mi experiencia, la conducción es bastante accesible. Las carreteras están en buen estado, y aunque hay algunas zonas con cuestas pronunciadas, como la subida a Sítio, nada que un conductor promedio no pueda manejar.
Lo que sí recomiendo es prestar atención a las señales de tráfico, especialmente en zonas de estacionamiento. En diciembre es más fácil encontrar sitio para aparcar, pero aún así, hay zonas de pago (zona azul) que hay que respetar.
Clima de diciembre: un factor a tener en cuenta
Diciembre en Nazaré es un mes lluvioso, fresco pero no gélido. Las temperaturas oscilaban entre los 10 y 17 °C durante mi viaje, y aunque algunos días estaban nublados, también hubo momentos de sol espléndido. Conducir bajo la lluvia requiere precaución, pero las carreteras estaban bien mantenidas y no tuve inconvenientes.
Una gran ventaja de esta época del año es que la niebla y el cielo cambiante aportan una atmósfera mística a los paisajes costeros, lo que hace que cada trayecto en carretera sea una experiencia visual única.
Comer bien, moverse mejor
Uno de los placeres de tener coche en Nazaré fue poder probar restaurantes fuera de la zona turística. Por ejemplo, un día conduje hacia el interior, a un pequeño pueblo llamado Valado dos Frades, donde encontré una taberna con bacalao y arroz de marisco para chuparse los dedos.
Otra noche manejé unos 15 minutos hacia la costa norte para cenar en un restaurante de pescadores escondido en la playa de Salgado. Sin coche, nunca habría llegado hasta allí.
¿Y si no tienes coche?
Aunque mi experiencia fue excelente con vehículo propio, reconozco que es posible visitar Nazaré sin coche, sobre todo si te limitas a las zonas más turísticas y te alojas cerca del centro. El funicular que une Praia con Sítio funciona con regularidad, y también hay taxis disponibles.
No obstante, si quieres libertad, explorar a tu ritmo y descubrir más allá de lo habitual, entonces el coche te da una ventaja insuperable.
Consejos prácticos para conducir en Nazaré en diciembre
- Revisa el parte meteorológico antes de salir. Evita carreteras secundarias si hay tormentas.
- Alquila un coche pequeño: las calles de Nazaré pueden ser estrechas en el centro.
- Lleva calzado adecuado: si vas a bajarte del coche para caminar por acantilados o miradores.
- Evita conducir de noche en áreas rurales si no conoces bien el terreno.
- Consulta dónde aparcar antes de llegar: algunos hoteles ofrecen parking gratuito.

¿Sin coche no hay libertad?
Tras haber viajado a Nazaré en diciembre y haber explorado sus calles, sus playas, sus acantilados y sus alrededores en coche, mi respuesta es clara: sí, tener coche es sinónimo de libertad.
En un destino como Nazaré, donde la naturaleza marca el ritmo y las sorpresas acechan tras cada curva de la costa, poder moverse con autonomía cambia por completo la experiencia. No se trata solo de llegar de un punto A a un punto B, sino de decidir tú mismo cuándo y cómo moverte, sin depender de horarios de autobuses, de taxis que no siempre están disponibles fuera de temporada o de rutas limitadas que no cubren todos los rincones mágicos del lugar.
Porque Nazaré no solo es un destino, es una experiencia visual, cultural y emocional. Ver las olas gigantes desde el faro en Sítio al amanecer, conducir sin prisa por los caminos rurales en busca de un restaurante escondido con sabor casero, detenerte en un mirador improvisado solo para contemplar el cielo abrirse tras una tormenta atlántica… esos momentos no aparecen en los folletos turísticos. Los vives tú, si tienes libertad para moverte.
El coche no es imprescindible si tu plan es pasar uno o dos días caminando por el centro, visitando la playa principal y subiendo en funicular al acantilado. Nazaré está preparada para ello, sobre todo en verano. Pero si quieres ir más allá, salirte del itinerario convencional, y dejar espacio a lo inesperado —como encontrar una playa solitaria en invierno, visitar un convento semioculto entre colinas, o detenerte en un campo para escuchar el viento entre los pinos—, entonces el coche se convierte en una herramienta esencial.
Porque más allá de los horarios, de las rutas marcadas y de los caminos más transitados, está el verdadero espíritu del viaje: descubrir lo inesperado. Y ese espíritu, en Nazaré, tiene un encanto especial. Es ese paseo improvisado al atardecer en la playa de Salgado, a pocos kilómetros del centro. Es ese desvío hacia una aldea donde el tiempo parece haberse detenido. Es ese tramo de carretera donde el Atlántico aparece repentinamente entre los acantilados, haciéndote detener el coche sin pensarlo dos veces, solo para respirar hondo y agradecer estar allí.
Créeme, en Nazaré, los mejores recuerdos no siempre están planificados. Se encuentran, casi siempre, dando una vuelta más por la costa, saliendo por una carretera secundaria, o deteniéndose en un lugar que no sale en ninguna guía. Y eso, solo lo consigues cuando tú llevas el volante.